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lunes, 2 de agosto de 2010

¿Es posible una recaída de la recesión? Sí, pero es improbable.


Probablemente la gente se esté preguntando qué significan los últimos datos: si indican que la recuperación se está apagando o que estamos frente al comienzo de una temida recaída de la recesión ("double dip"). El último informe sobre el empleo fue decepcionante, y hemos visto una desaceleración en otros indicadores, entre los que se incluye la industria, que sugieren que estaríamos entrando en una época de debilidad. Pero, ¿las condiciones son tan malas para que nos lleven de vuelta a la recesión?

Primero, veamos las características de una recaía de la recesión. Una recesión en forma de W o "con recaída" ocurre cuando la economía sale de una recesión, vive un periodo de crecimiento corto, y luego vuelve a caer en recesión. En los últimos 150 años, hubo solamente tres recesiones con recaída: durante la Gran Depresión, la década perdida en Japón y el principio de los 80 en los Estados Unidos. Las tres se relacionaron con ajustes prematuros o inapropiados por parte de bancos centrales y/o un exceso de capacidad desenfrenado en la producción de bienes. En realidad, las recaídas de las recesiones no son frecuentes, lo normal son las expansiones, y desde mi punto de vista, las condiciones no están dadas para generar una recaída.

En lugar de permitir que nos guíe el miedo y las conjeturas, veamos algunos datos.

Yo diría que existen muchas condiciones que abogan en contra de una recaída de la recesión.
  • Las recesiones con recaída se asocian a errores de política drásticos, tales como la eliminación prematura del estímulo a los mercados en fases incipientes de la recuperación. Esto no se está viendo ahora. La mayoría de los principales bancos centrales del mundo ha mantenido su política acomodaticia.
  • En casos de recaídas de recesiones anteriores, Japón y los Estados Unidos contaban con cantidades impresionantes de capacidad de planta y mano de obra sin utilizar. Hoy en día existe capacidad excedente, pero en una escala menor.
  • Los gastos de capital corporativo están aumentando, y esta clase de incremento históricamente se ha asociado con la generación de puestos de trabajo y el crecimiento económico.
  • Existe un nivel significativo de demanda de consumo y corporativa contenida, las cuales son un acicate para impulsar posiblemente una expansión aún mayor.
  • El gasto se vuelve más posible y probable cuando la accesibilidad a todo, desde casas y autos hasta vestimenta mejora. Esto se puede demostrar.
  • Los mercados emergentes están creciendo de un modo no cíclico. Sus tasas de crecimiento pueden exhibir cambios de velocidad erráticos, pero el crecimiento de las clases medias es secular, lo que significa que pueden continuar creciendo a pesar de que los mercados desarrollados se desaceleran. El crecimiento de los mercados emergentes puede, por lo tanto, funcionar como un estímulo para los mercados desarrollados.
Sin embargo, también hay factores que pueden contribuir a una recaída de la recesión. 
  • El estímulo fiscal dirigido por el gobierno, que se estableció durante la crisis de la Lehman, no está teniendo un efecto incremental positivo en el crecimiento como tuvo inicialmente.
  • Los mercados de crédito han experimentado algo de ajuste, haciendo que para las compañías y para los consumidores sea levemente más costoso financiar el gasto.
  • Los indicadores principales han adquirido un sentido descendente.
  • La reciente caída en picada del mercado dañó la confianza de los consumidores y de las empresas.
  • La industria en los Estados Unidos y en Europa está atravesando un patrón de desaceleración.
  • Los programas de austeridad que tienen planificados diversos gobiernos, especialmente los europeos, desalentarán el crecimiento.
Si bien no creo que nos dirijamos hacia una recaída de la recesión, sí creo que tenemos motivos para preocuparnos.
  • El sector corporativo parece haber perdido parte de su confianza. Las compañías cuentan con activos líquidos en sus estados de cuenta; han acrecentado sus reservas de fondos disponibles y han comenzado a invertir en capital. Sin embargo, no están contratando nuevos empleados en forma desesperada. Es por esto que en las últimas semanas hemos visto un descenso en la generación de empleo y en la semana laboral promedio. Estas caídas señalan mayor debilidad en un futuro. 
  • Los problemas de deuda de Europa y de gobiernos locales y estatales no están esclarecidos. Esta incertidumbre se cierne sobre los mercados.
La buena noticia es que el descenso del mercado, las reservas de fondos existentes y las perspectivas de ganancias sugieren que las acciones, según mediciones históricas, están a un precio bajo. Un descenso en el mercado accionario, inclusive una caída de un 15%, no implica necesariamente el advenimiento de una recesión. La pendiente de la sección entre 10 años y 30 años de la curva de rendimiento es bastante empinada cuando se la compara con los patrones históricos y eso sugiere crecimiento en el futuro. Como he dicho, las corporaciones se han beneficiado de una base de costos baja y de los recortes de costos y de niveles de deuda que han realizado. Esas condiciones sugieren que en el segundo trimestre presenciaremos una temporada fuerte de ganancias, que debería apoyar aún más los mercados de acciones y de bonos de crédito.

Y no olvide que hay un montón de dinero guardado para gastar, lo que significa que será difícil que ocurra una recesión. Las tasas son bajas, el gobierno tiene todavía todo el dinero del estímulo para gastar, y las casas y los autos están más accesibles que nunca.
Entonces, ¿cuál es la conclusión? Es decepcionante no ver que haya un crecimiento más intenso. Pero las recuperaciones nunca son completamente parejas; tienen sus etapas débiles y con frecuencia incluyen patrones de crecimiento irregular. Todos los indicadores nos dicen que las acciones están a bajo precio según los estándares históricos. Sin embargo, hay que ser cauteloso cuando se está en la búsqueda de colocar dinero nuevo. El verano no es una época en que los mercados accionarios sean muy emocionantes. Las fluctuaciones de temporada están en nuestra contra, y hay mucha incertidumbre en la circulación de las noticias. Además, las correcciones en los mercados accionarios posteriores a la recesión con frecuencia duran entre cinco o seis meses.