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lunes, 23 de agosto de 2010

Reporte Semanal Económico / Financiero



Los mercados operaron esta semana sin una clara tendencia, pero aun dentro del contexto que venimos observando de noticias macroeconómicas poco alentadoras y buenos resultados corporativos.

En un primer momento, los inversores reaccionaron con algo de escepticismo a las medidas planteadas por la Fed, en su última reunión del martes 10, y con dudas dado el sinceramiento del incierto panorama económico que se observa hacia adelante. La relectura de las medidas - inversión de los vencimientos de deuda hipotecaria en bonos largos del tesoro- trajo bajas a los mercados, luego aplacadas por mejores noticias macro a comienzos de esta semana.

En este sentido se conoció el índice de precios al consumidor, el cual avanzó un 0.3%-superando al consenso que estimaba 0.1%-. Este dato calmó los ánimos en las bolsas dados los temores deflacionarios que empezaban a plantear un escenario con 2 frentes de tormenta indeseados: actividad más suave que la esperada y precios deprimidos.

Para tener un proxy del consumo, la otra variable en cuestión, el dato de ventas minoristas de julio mostró un repunte debido al rebote en las ventas del sector automotriz; sin embargo, y a pesar de la recuperación -habían caído 0.3% en junio y el dato de julio fue 0.4%- no alcanzaron el nivel proyectado por los analistas.

Por último en cuanto a noticias que impactaron en el humor de los inversores, el sector manufacturero, que fue uno de los soportes de la recuperación - pero que retrocedió en junio- resurgió en julio subiendo un 1%, casi el doble de lo que esperaba el mercado.

Por el lado corporativo, los balances siguieron en la buena senda. En este caso hubo buenos números por parte de Home Depot y Wal Mart, los cuales fueron bien recibidos debido a que son un driver del consumo, variable muy significativa dentro de la ecuación del producto americano.

El mercado de dinero continúa en un escenario de normalización. Si bien se observa un aumento en el patrimonio manejado por los fondos Money Market -lo que da una pauta de que los inversores buscan mayor liquidez y menos exposición a activos de riesgo- aún no hay señales de alarma; más que un proceso de vuelo a la calidad o "fly to quality" esta suba parece corresponder al proceso de normalización.

Considerando esto y con una tasa del bono del tesoro americano a 10 años en baja volvemos a hacer hincapié en la relación entre el mercado de renta variable y fija. Según lo analizado en informes anteriores la ultima vez que el índice S&P500 opero con un price earnings como el actual -13x- la tasa del bono de referencia era de 7%. Actualmente esta tasa se encuentra mas cercana al 2.5% lo cual refuerza aun mas el potencial que presenta el mercado accionario si la macroeconomía acompaña.

En cuanto a los indicadores a conocerse, en lo que resta de la semana, no hay datos de mayor relevancia, con excepción del Leading Indicators, el cual en condiciones de mercado promedio no es muy seguido por los inversores.

En cuanto a nuestra visión de mercado, desde fundamentals, la foto a nivel compañías/valuación relativa y macroeconomía sigue siendo la misma. El panorama de fondo que venimos observando se mantiene, nuestra visión es de un mercado en lateralización dentro de una etapa constructiva pero presentando oportunidades para cada perfil y horizonte de inversión. Seguimos considerando a un contexto macroeconómico más favorable como la llave que puede destrabar la salida alcista ya que desde su valuación muchas compañías lucen atractivas.

Somos positivos a mediano plazo siempre considerando presente el perfil de inversión y que un contexto volátil como el actual sugiere mayor cautela que la recomendada en escenarios de mercado promedio.


jueves, 12 de agosto de 2010

Reporte Semanal Económico / Financiero


El eje central de nuestra semana de mercado giró en torno a los indicadores que se publicaron en estos últimos días: la decisión de tasas/diagnostico económico de la Fed, en su reunión del 10 de agosto, y el reporte de empleo de Julio. Aún con la temporada de balances en curso, pero ya conocidos los números de los principales jugadores, el mercado está muy pendiente de los indicadores de la economía real.
 
En esta dicotomía que venimos planteando entre la realidad macroeconómica global y la actualidad de las compañías cotizantes -a partir de sus resultados del 2do trimestre del año- la balanza se inclinó para el lado de los malos indicadores macro y los mercados cedieron en las últimas ruedas, volviendo a mostrarse negativos en su performance anual.
 
En términos generales, lo que está pesando es que la recuperación económica viene transitando por carriles más lentos que los observados durante el primer trimestre del año y que lo proyectado para esta etapa del año. La Fed sinceró esta posición admitiendo que la economía se está desacelerando. En cuanto a los anuncios esperado por los inversores, si bien se mantuvo la tasa de referencia -que continúa constante en mínimos, por un "periodo extendido"- la entidad anunció que invertirá los vencimientos de deuda hipotecaria en bonos largos del tesoro.
 
Si bien este tipo de medidas tardan en interpretarse, a primera vista parece tener más simbolismo que efectividad. La Fed busca con esta determinación mantener el precio de los bonos, descomprimir las preocupaciones de deflación y establecer un terreno favorable para el mercado accionario.
 
Lo que esta monitoreando el mercado es, con una desaceleración ya instalada, el riesgo de una nueva recesión, que sería peor aún con un contexto deflacionario y sabiendo que la Fed está casi al límite de su margen de acción, con pocas cartas para poner en la mesa.
 
En lo que respecta al segundo driver de la semana, se conoció que fueron 131.000 los puestos de trabajo que se perdieron en el mes de julio, dato que vino peor de lo estimado. La tasa de desempleo se mantuvo en el 9.5%. El empleo privado continúa creciendo pero en la general, por el fin de las contrataciones temporales por parte del estado americano, se vienen perdiendo puesto de trabajo en los últimos meses.
 
Mirando hacia adelante, en lo que resta de la semana se conocerán distintos datos de actividad/precios que son relevantes con esta coyuntura. El viernes saldrá el IPC - índice de precios al consumidor- que si bien no es el indicador núcleo a la hora de mirar el comportamiento de los precios, en este contexto de mayores riesgos deflacionarios cobra relevancia. A su vez el dato de ventas minoristas, que se conocerá en el mismo día, será otro índice a observar.
 
En lo concerniente a nuestra visión de mercado, seguimos en el mismo escenario constructivo que venimos planteando. Vemos que algunas compañías con fundamentals sólidos y que vienen siendo prolijas en su manejo del negocio son atractivas desde el punto de vista de su potencial de upside y valor actual pero hasta tanto la macro no acompañe creemos que se puede interrumpir la salida alcista que sugieren algunos precios atrasados.
 
No obstante, somos positivos a mediano plazo siempre considerando presente el perfil de inversión y que un contexto volátil sugiere mayor cautela que la recomendada en escenarios de mercado promedio.



miércoles, 11 de agosto de 2010

¿Usted tiene un plan financiero familiar?

Por Gabriel Noussan, Profesor del Área Académica Dirección Financiera yDirector Académico de Gerencia Funcional PDD

¿Cómo se hace para lograr un retiro con la tranquilidad de que tendremos fondos suficientes para costear nuestra etapa pasiva? Evidentemente, hay que ahorrar e invertir. Pero, ¿cuánto? ¿Cómo se fijan los objetivos financieros y cuáles son los instrumentos más idóneos para ello? La mayoría sabe que no se puede esperar mucho de la jubilación estatal. Y con la caída de las AFJP's, para algunos se acabó la única esperanza de un sistema relativamente eficaz. Todos, los jóvenes y los que no lo son tanto, saben que su futuro económico en la etapa pasiva depende casi exclusivamente de sí mismos. Pero son pocos quienes llevan adelante un Plan Financiero Familiar con objetivos de corto, mediano y largo plazo.

Para lograr esta meta Rifat Lelic, Director de Economía, Finanzas y Legales del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA), señaló que las personas, en primer lugar, deben estar dispuestas realmente a planificar, implementar y controlar estrategias de ahorro.

«No es habitual que el argentino se dé cuenta de la importancia que tiene la planificación de sus futuros ingresos y egresos, la planificación de la educación de sus hijos, de su retiro, de sus inversiones, de sus riesgos, seguros, impuestos, y patrimonio. Conozco un Contador amigo que se destaca profesionalmente como experto en planes financieros de la empresa donde trabaja, nadie como él para planificar; la empresa le debe mucho de su éxito a las precisas planillas de pronósticos que mi amigo prepara, pero... él nunca ha hecho un plan serio de sus propios ingresos, egresos y propósitos. 'Tengo todo en la cabeza', dice. Yo tengo mis serias dudas...», relató.

¿Por qué no ahorramos?
Como comentó el profesional del ITBA, muchos argentinos no se detienen a pensar en la necesidad de asegurar adecuadamente, con los instrumentos que corresponde, su patrimonio o su vida para un futuro que siempre es incierto.

«Quieren a sus hijos como nadie pero, planificar, invertir en un seguro que pueda darles una vida llevadera en caso de que ellos falten, muchas veces, no forma parte de las prioridades», lamentó.

En su nuevo libro, 'Ser Rico es posible', Marcelo Elbaum, economista y Director de Convexity Asset Management, sostiene que los motivos por los que la gente no ahorra o ahorra de menos para la futura jubilación básicamente son dos: la distancia del objetivo y la subestimación de la expectativa de vida. Al respecto, el economista detalló: «El futuro se expresa a través de! pensamiento, mientras que el presente se manifiesta en la emoción. Por lo tanto, cotidianamente los deseos inmediatos le ganan con holgura a las metas de largo plazo. Esto es la distancia del objetivo. Por supuesto que cuando la crisis se instala ya es demasiado tarde. Por lo tanto, hay que ahorrar desde temprano».

Acerca de la subestimación de la expectativa de vida, Elbaum citó distintos estudios internacionales que dan cuenta que la gente suele pensar que vivirá menos años de los que indican las estadísticas. «Esta significa que gran parte de los futuros jubilados no poseen una estimación real de su expectativa de vida, y por lo tanto subahorran para su retiro».

Según Lelic existen tres palabras claves para manejar bien el dinero y tenerlas presentes siempre evita muchos dolores de cabeza: Realidad, Responsabilidad y Control. «Los recursos son siempre limitados, y si gastamos por encima de nuestras posibilidades nos chocaremos con la dura Realidad. Podemos hacerle mucho bien a nuestras familias y a nosotros mismos si nos comportamos responsablemente con el dinero, y finalmente, el control nos permitirá ahorrar ahora para cubrir necesidades futuras más adelante. Posponer gastos hoy puede parecemos intolerable, la presión hacia el consumo es realmente intensa, nuestro hijo será la persona más infeliz del mundo si no pagamos una fortuna por una camiseta 'oficial' de un equipo de fútbol, pero nuestros ingresos tienden a decaer a lo largo del tiempo y nuestros gastos a aumentar: educación, ayuda a nuestros hijos, y pagos por temas relacionados a salud nos preocupan», explicó.

Una vez tomada la decisión de ahorrar, el siguiente paso es consultar a un especialista en la materia: un planificador financiero, un estratega patrimonial, alguien que. según la definición de Walter Wörner, socio fundador de la Asociación Argentina de Estrategas Patrimoniales, «puede brindar orientación y asesoramiento sobre cómo lograr cubrir necesidades financieras futuras y cumplir aspiraciones asociadas, en general pero no exclusivamente, con el retiro».

Así, con la propia convicción y asesoramiento profesional se puede pensar en un plan financiero personal y familiar. Según Luis Merle, Director del Posgrado en Finanzas de la Escuela de Negocios de la Universidad Católica Argentina (UCA), este plan debe ser una guía flexible que debe ajustarse de tanto en tanto para ir adaptándolo a cambios de la realidad y/o de los objetivos: «El plan debe ser una forma de trazar un camino que sirva como brújula, pero cuando los obstáculos o las cosas no previstas aparecen, es importante poder cuantificar y cambiar de dirección si es necesario».

En tal sentido, Sebastian Cendoya, Economista y Asesor Financiero Independiente, afirmó que es necesario realizar «el análisis y la planificación de las fuentes y usos de fondos personales a lo largo de los años, con el objetivo de lograr una mejora en la calidad de vida», situación que definió como «ausencia de deudas de incierta cancelación, ingresos suficientes, cierto nivel de holgura financiera que permite ahorrar e invertir, protección ante la incertidumhre, etc.».

Y agregó: «La planificación financiera familiar, busca asegurarnos que tendremos una vivienda más grande para cuando la familia crezca, que estaremos en condiciones de pagar una buena educación a nuestros hijos, que podremos contar con una buena cobertura de seguros y tener al mismo tiempo una adecuada cobertura médica, etc. En definitiva, es al mismo tiempo una brújula que nos muestra nuestro norte y un cuaderno de bitácora que nos dice si vamos en el camino correcto. Comprende decisiones tales como: la forma de financiación de nuestra vivienda, la elección de un leasing o un préstamo bancario para financiar la compra de un nuevo automóvil, la selección de instrumentos financieros en los cuales invertir nuestros ahorros, la constitución de un fondo para imprevistos tales como una crisis familiar, la pérdida de nuestro trabajo, un accidente, etc. En lo económico y financiero un jefe de familia previsor podría preguntarse: ¿qué cosas pueden cambiar que afecten la propia economía familiar? Pues muchas cosas pueden alterarse. Por ejemplo, los precios en general y los de la vivienda en particular: los alquileres, las variaciones en la oferta de préstamos hipotecarios y en sus tasas de interés: el costo de la cobertura médica, de las vacaciones, de los colegios, de los seguros; nuestra capacidad y compromiso por el ahorro, etc.».

Seguidamente, Lelic aconsejó: «La persona que se disponga seriamente a un esfuerzo de planificación deberá tener en cuenta la fundamental diferencia entre necesidades y deseos, tendrá también que proponerse metas específicas, susceptibles de ser medidas, no imposibles, y alcanzables en períodos concretos de tiempo. Tendrá que desarrollar una actitud de seguimiento y control cuidadoso de todos sus ingresos y egresos relevantes, acostumbrarse a presupuestar y a controlar presupuesto periódicamente. Si, por ejemplo, se trata de alguien que duda si pagó todas sus facturas de servicios o no, esa persona está muy lejos de tener la actitud necesaria».

Lelic apuntó otros dos factores clave para el éxito de la planificación: el tiempo y el conocimiento... «Tiempo de calidad, dedicado a pensar en soluciones para su dinero y la adquisición de conocimientos y capacidades en varias áreas de conocimiento que formen al individuo adecuadamente en temas relacionados con inversiones. Cursos ofrecidos en el área de 'Educación Continua' en Universidades tanto privadas como públicas pueden ser económicos y muy aprovechables».

Las crisis argentinas

Sabemos que planificar a largo plazo en Argentina parece una misión imposible. Pero, concretamente, ¿cómo influye una economía inestable como la argentina para lograr el propósito de disponer de fondos para solventar una jubilación sin angustias económicas?

Como razonó Noussan, del IAE Business School de la Universidad Austral, en nuestro país suele ocurrir que la situación de las personas es muy vulnerable en términos financieros: «Incluso aunque tengan una muy buena posición debido a un alto salario, sus ahorros suelen ser escasos: en cierta forma se debe que el alto nivel de vida les impide ahorrar y, además, se plantean si realmente en la Argentina conviene hacerlo, luego de haber sufrido diferentes embates sobre sus ahorros en el pasado. Es importante  llamar la atención para que la gente se dé cuenta de la importancia del tema y, al mismo tiempo, hacer un autodiagnóstico de la propia situación».

En la misma línea, Wörner consideró: «Operar en un marco de inseguridad jurídica e imprevisibilidad obviamente mínima confianza, que es el factor critico en la toma de decisiones, sobre todo las de largo plazo. Pero debemos ser realistas: si decidimos vivir - o seguir viviendo-, trabajar y formar una familia en la Argentina, debemos tomar decisiones considerando las 'particularidades' de la coyuntura y planificar considerando escenarios de alta incertidumbre. No hay opción, si consideramos el objetivo de independencia financiera. Es necesario ahorrar. Para el futuro, pero también para hacer frente a contingencias. Y diversificar el riesgo de las inversiones. La mayoría de las familias actualmente sólo pueden, en el mejor de los casos, generar un pequeño ahorro mensual. ¿Cuál es la alternativa a 'correr contra la inflación' y, como mínimo, mantener el poder de compra de los fondos acumulados? ¿Cómo lograr un rendimiento razonable considerando los costos de, por ejemplo, ciertas opciones bancarias disponibles para esta forma de ahorrar? Delegar en especialistas -obviamente participando en el proceso de decisión- la administración de nuestros ahorros y la presentación de nuestro patrimonio, y monitorear periódicamente el programa».

Alejandro Menéndez Behety, es Profesor del Curso de Finanzas Personales de la Escuela de Negoc
ios de la UCA.
Para este profesional una economía inestable como la argentina conspira contra la confección y ejecución de un adecuado plan financiero por dos vías: «Por un lado porque la constante aparición de situaciones imprevistas nos obliga a rediseñar el plan demasiado frecuentemente y en ese sentido se termina mirando sólo el corto plazo y olvidándose del largo plazo. Por otro lado, porque cambios tan radicales de las reglas de juego muchas veces provocan que los vehículos de ahorro o de protección sufran alteraciones que los inhabilitan a cumplir con el objetivo prefijado y uno queda desanimado a seguir invirtiendo en su propio futuro».

Más adelante, Lelic expresó que la volatilidad argentina debe asumirse como un elemento más del análisis financiero: «En Argentina hay largos períodos de relativa estabilidad seguidos por crisis y nuevos períodos de relativa estabilidad. Baste ejemplificar los años en los que el I a 1 era relativamente sostenible, o los cuatro o cinco años que siguieron a la crisis del 2001-2002. No somos tan distintos al resto del mundo.
tal vez nuestras crisis sean más duras pero uno de los principales motivos por lo que las vemos así es porque nos ocurren a nosotros. Lo que en realidad sucede es que el individuo debe tener en claro que cualquier estrategia que lleve adelante con respecto a su dinero deberá permanentemente ajustarse con sintonía fina a medida que pase el tiempo o incluso deberá estar atento a golpes de timón importantes. Obviamente ni la sintonía fina ni los golpes de timón son posibles si está distraído, mirando para otro lado, cansado por sus muchas horas de trabajo, o no dispuesto a darle a la administración de su dinero el tiempo y el respeto que se merece. No hay estrategias estáticas que sirvan, ni planes 'todo terreno' aunque, desde luego, diversificación y prudencia no suelen ser malas ideas».

Lelic también instó a no sólo considerar lo negativo sino tomar lo positivo de nuestras crisis: «La crisis de Enron y la más reciente inmobiliaria y fianciera de la que se está saliendo ahora, tampoco fueron muy tranquilizantes para los americanos que tratan de proteger su patrimonio e incrementarlo igual que los argentinos. En todo caso, nuestra mayor inestabilidad la tenemos que convertir en un desafío. Tener que manejar un automóvil en Buenos Aires nos ha hecho mejores conductores a la fuerza, somos capaces de reaccionar bien ante dificultades de manejo que no están presentes en otras ciudades. También podemos manejar mejor nuestros patrimonios y no esperar cambios milagrosos en nuestra forma de ser, en nuestras instituciones y en nuestros políticos (reflejo directo de nosotros mismos, aunque no nos guste), que serán en el futuro indudablemente mejores de lo que son hoy, pero ello ocurrirá más allá de nuestro período de vida. La inestabilidad es indudablemente una preocupación real y fundada de los argentinos, pero también es una excusa para no planificar ya que 'en este país... '. Por otra parte, la inestabilidad no viene de otra galaxia, la mos construyendo los argentinos día a día con acciones y omisiones. Cuanto mayor es la inestabilidad mayor es la necesidad de planificación).

Los gastos en la Etapa Pasiva

Resulta de vital importancia determinar el ingreso que se va a necesitar durante la jubilación. De esta manera se sabrá cuánto se debe ahorrar para mantener el estilo de vida deseado. Para algunos especialistas, la tasa de sustitución del salario en la etapa activa que debería suplir la renta al retiro debería rondar el 70% del primero. Pero para los profesionales consultados la tasa de sustitución de sueldo en la edad madura debiera ser de 1 a 1 ya que si bien disminuyen algunos gastos asociados a vestimenta y esparcimiento, los de vivienda se mantienen, y los de salud crecen exponencialmente.

Al respecto, Elbaum dijo: «Una de las reglas generales es que se necesita entre el 60% y 80% del ingreso que se tenía antes de jubilarse. Pero si se espera tener mayores gastos, como por ejemplo realizar viajes con asiduidad en los primeros años del retiro, posiblemente se necesite un porcentaje mayor».

Según el profesional, el nivel de renta que se logre al retiro depende de varios factores:
a) el ritmo al que se acumuló la riqueza previa a la jubilación,
b) el ritmo al que se sustituyó una fuente de ingresos (laboral) por otra (la que resulta producto de los ahorros e inversiones),
c)  la tasa de crecimiento de los gastos de consumo en los años próximos al retiro.

Y expuso: «Algunas personas mantienen un índice constante de crecimiento en su consumo antes del retiro y lo incrementan rápidamente una vez que se jubilan, sobre todo en viajes y diversiones. Por el contrario. los acumulan riqueza y sustituyen sus fuentes de ingreso a un ritmo más lento. En general, son quienes no hacen previsiones para el retiro incluso cuando éste ya está muy próximo. Estos, en general, viven de la jubilación estatal, que sirve de muy poco, de algunos ahorros que se terminan rápidamente y luego tienen que mendigar a sus hijos un poco de ayuda. En el medio, otras personas se ubicar, entre estos dos extremos: en general van bajando sus gastos antes de jubilarse y al momento del retiro bajan el consumo de una manera drástica para luego estabilizarse».

«Es difícil hablar de tasa de sustitución -analizó Daniel Ibarra, Profesor del Curso de Finanzas Personales de la Escuela de Negocios de la UCA-, pero en términos generales una persona debiera buscar para vivir bien durante su etapa pasiva, generar un capital que le, permita en términos constantes, obtener un flujo de fondos con el que pueda sostener un nivel de vida acorde a esta nueva etapa. En este sentido, lo conveniente es proyectar cuáles serán sus actividades futuras, valorizarlas, y ver cómo financiarlas en términos de fondos propios y jubilación estatal».

Por su parte, Lelic subrayó: «La persona no debiera esperar que su retiro provenga de sistemas previsional y, los mismos inevitablemente tenderán a colapsar por el envejecimiento de la población, cada vez menos tendrán que pagar para más. Esto sin considerar las posibles manipulaciones de los fondos mencionados. Los individuos deben buscar las maneras de autofinanciar su retiro a través de inversiones conservadoras en los últimos años de su vida. Por otra parte, el retiro debe postergarse lo más posible y desarrolla capacidades flexibles que permitan adaptarse a tareas laborales de menor exigencia pero realizables. Estas tareas no deben imaginarse solamente como de gran aporte intelectual como consultoría o asesoramiento. Muchas posiciones de menor exigencia intelectual pueden obtener remuneración: ¿O acaso usted no pagaría bien a alguien que acompañara a sus padres en su edad madura?».

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Sebastian Cendoya "Mi trabajo es analizar los pasos que una persona debe dar para diseñar una estrategia que sirva para cumplir el objetivo de llegar al retiro con la tranquilidad de tener un flujo de fondos suficientes para vivir sin sobresaltos económicos."

viernes, 6 de agosto de 2010

El origen del caos financiero y del desempleo global

Este mes se cumple un nuevo aniversario del origen del caos financiero que arrastró al mundo al desempleo global. El abandono del patrón oro el 15 de agosto de 1971 está estrechamente ligado al desempleo masivo que viven los países industrializados. Hasta esa fecha, el dólar fue lo más parecido al oro, y todas las naciones trataban de mantener un equilibrio constante entre sus exportaciones e importaciones de bienes. La mayoría de los países ideaba alternativas para exportar más de lo que importaba, de tal modo de acumular reservas de oro o, en su defecto, de dólares de Estados Unidos que, de acuerdo al tratado de Bretton Woods de 1944, podían ser canjeados por oro.

A diferencia del resto del mundo, a Estados Unidos no le preocupaba mayormente mantener un equilibrio entre las exportaciones e importaciones dado que, según el Acuerdo de Bretton Woods, podía pagar sus déficit de exportación enviando más dólares a sus acreedores. Como era la única fuente de la divisa internacional, Estados Unidos tenía una clara ventaja sobre el resto del mundo: era el único país que podían pagar sus deudas imprimiendo dinero. Algo que al resto del mundo poco le importaba: los dólares eran una línea de crédito seductora que permitían acceder al gran casino del mercado. Nadie tomó en cuenta que también tenía su límite.

¿Gracias al modelo económico o a pesar de él? Por Roberto Cachanosky

Para que una economía pueda crecer en forma sostenida tienen que darse, por lo menos, tres condiciones básicas: a) disciplina fiscal, b) disciplina monetaria y c) calidad institucional.

Tener disciplina fiscal no implica solamente mantener relativamente equilibradas las cuentas del sector público, sino también establecer un nivel de gasto público que no ahogue al sector privado con impuestos, al tiempo que el gasto tiene que tener el mayor grado de eficiencia posible. Aumentar el gasto sin que esto se traduzca en mejor educación, salud, justicia o seguridad no es lo que uno podría definir como un aumento del gasto eficiente. Si, además, ese gasto creciente requiere de mayor carga tributaria, más endeudamiento público o emisión monetaria, el equilibrio fiscal se transforma en insostenible en el mediano plazo o bien genera dudas sobre posibles confiscaciones de activos privados para financiar los gastos estatales. 

La disciplina monetaria es fundamental, porque un país que tiene inflación elevada carece de una moneda que permita generar ahorros en ese signo monetario y tampoco puede otorgar préstamos a largo plazo dado que dentro de la tasa de interés hay que cargar las expectativas inflacionarias, haciendo impagables las tasas para los tomadores de crédito, al tiempo que distorsiona los precios relativos. 

Finalmente, la calidad institucional se refiere a las normas, leyes, códigos que regulan las relaciones entre los particulares y de estos con el Estado. Un país sin reglas previsibles no atrae inversiones porque no pueden hacerse proyectos de inversión dado que es imposible estimar ventas, exportaciones, carga impositiva, costos laborales y, en consecuencia, estimar una tasa de rentabilidad. Ni que hablar cuando un país carece de un sólido respeto por los derechos de propiedad, porque en ese caso quien hunde una inversión en ese país no sabe si el Estado va a apropiarse de los flujos o de los stocks que genere la inversión. 

¿Cumple la Argentina con estos tres requisitos mínimos? Veamos cada uno de ellos. 

En materia fiscal, el gasto público ha aumentado a niveles récord sin que se observe como contrapartida más seguridad, mejor educación o salud. Por el contrario, los mayores aumentos de gasto público tienen que ver con planes sociales de todo tipo que reflejan el escaso éxito que ha tenido la política económica para combatir la pobreza, la indigencia y la desocupación. Si el Gobierno constantemente está anunciando nuevos planes sociales es porque el modelo económico no ha permitido que la gente haya conseguido puestos de trabajo con mejores remuneraciones. Si el Estado tiene que construirle la casa a una persona es porque esa persona no tiene ingresos para comprar su propia casa y tampoco existen créditos hipotecarios a tasas pagables para el común de los mortales. No puede definirse estos crecientes planes sociales como un éxito, sino como un fracaso en la medida que consideremos que la mejor política social es aquella que le permite a la gente progresar gracias a su trabajo. 

Otro ingrediente del aumento del gasto público tiene que ver con los crecientes recursos que se destinan a sostener un precario sistema energético que, en estos días, ha demostrado que la tan anunciada crisis energética no era un pronóstico agorero sino muy real. Empresas que no disponen de energía y un fluido de gas muy pobre para los domicilios son la muestra más elocuente de la crisis que tantas veces se ha negado. 

Claro, algunos podrán argumentar que ha habido un par de semanas con frío intenso. La pregunta es: ¿cuándo quieren que la gente prenda la calefacción? ¿En verano?
También se destinan miles de millones de pesos para subsidiar al transporte público de pasajeros y la gente viaja cada vez peor.
El fuerte aumento del gasto público y su creciente ineficiencia llevaron, primero, a incrementar la carga tributaria. Hoy, la presión impositiva medida contra el PIB es 10 puntos más alta. Incrementos en los derechos de exportación o el no ajuste por inflación en los balances haciendo que la gente pague ganancias sobre utilidades que no existen son algunos de los elementos que pueden citarse sobre el incremento de la carga tributaria. Pero como esta presión impositiva no alcanzó, primero se confiscaron ahorros de la gente en el sistema de capitalización bajo el argumento de la solidaridad, luego se fue por las reservas del BCRA y ahora, con mayor intensidad, se aplica el impuesto inflacionario. 

En materia fiscal, la Argentina tiene indisciplina. Sin la contabilidad creativa de incluir entre los ingresos corrientes utilidades ficticias, el déficit fiscal de los últimos 12 meses llega a los $ 16.000 millones, número que tenderá a crecer si continúa el ritmo de aumento del gasto que actualmente tenemos. 

En cuanto a la disciplina monetaria, la tasa de expansión monetaria del 25% anual no es justamente un ejemplo de defensa del peso. La inflación, que el Gobierno sistemáticamente se niega a reconocer, es consecuencia de imprimir billetes a una tasa sustancialmente mayor a la tasa que crece la oferta de bienes y servicios. Con expectativas inflacionarias que se mueven en una banda del 30 al 35 por ciento y una tasa de inflación proyectada de entre el 25 al 30 por ciento para este año, no puede hablarse de disciplina monetaria. Hoy la gente huye del peso y compra bienes para no perder poder adquisitivo. Ahorrar en pesos es perder ahorros por la licuación inflacionaria. 

Finalmente, tampoco podemos decir que tenemos buena calidad institucional cuando quien ahorra para su vejez es confiscado en nombre de la solidaridad social, o quien produce para exportar se encuentra con resoluciones que le impiden hacerlo por citar solo algunos de los ejemplos más emblemáticos de los últimos tiempos, aunque el listado es mucho más extenso. 

Como respuesta a los argumentos anteriores se argumentará que la economía argentina ha crecido gracias al modelo aplicado. Mi visión es que más que crecimiento hemos tenido reactivación. Es decir, se puso en funcionamiento capacidad instalada que no estaba siendo utilizada pero no se amplió significativamente el stock de capital existente. 

Lo que sí tuvo la Argentina desde mediados del 2002, fueron condiciones internacionales muy favorables. En primer lugar, el índice de productos primarios de exportación pasó de 87,5 en 2002 a 167,7 en el primer trimestre de este año. El índice de manufacturas de origen agropecuario subió de 80,1 en 2002 a 149,9 en el primer trimestre de este año. Por las dudas aclaro que estos datos surgen de la página web del Ministerio de Economía. Es decir, la Argentina se vio beneficiada con una fenomenal suba de sus principales productos de exportación. 

En segundo lugar, Brasil, nuestro principal socio comercial, revalorizó fuertemente el real desde 2003. Para que se entienda mejor, el dólar fue cada vez más barato en Brasil permitiéndole importar más productos desde la Argentina. Algo similar ocurrió con nuestro segundo socio comercial, la UE, ya que el dólar se depreció frente al euro haciendo que para los europeos las importaciones fueran más accesibles.
La tasa de crecimiento mundial pasó a niveles del orden del 4,5 a 5 por ciento anual mientras la tasa de interés en el exterior se mantuvo en niveles mínimos antes de la crisis del año 2008 y ahora, con un breve período de suba. 

En otros términos, hubo un fenomenal viento de cola del exterior (precios de productos de exportación, crecimiento mundial, tipos de cambio, etc.) que hacían imposible que no aumentara el PIB local.
Si combinamos la ausencia de disciplina fiscal, monetaria y previsibilidad en las reglas de juego que rigen en nuestro país con las condiciones internacionales, de las cuales muchas de ellas aún se mantienen, podemos afirmar que el PIB creció a pesar del modelo y no gracias al modelo. 

Es fácil imaginar la prosperidad que podríamos tener si combinados con condiciones internacionales favorables, al mismo tiempo tuviésemos disciplina fiscal, monetaria y calidad institucional.
Las condiciones internacionales para poder salir de nuestra larga decadencia están dadas. Es decisión de los argentinos optar por establecer las tres condiciones básicas para aprovechar una era de prosperidad.

jueves, 5 de agosto de 2010

Reporte Semanal Económico / Financiero

Los mercados siguen recibiendo con optimismo los resultados trimestrales de las empresas que cotizan en las distintas plazas bursátiles. La lectura de los mismos más las expectativas de que este panorama de buenos números sea consistente en el tiempo le está dando fuerza al movimiento alcista.

En esta batalla que se esta librando entre los datos de la economía real vs. la realidad microeconómica, los inversores están sobreponderando la buena actualidad de las compañías, más eficientes y rentables luego de los ajustes, y esto está llevando a un terreno ya positivo en el rendimiento acumulado del año.

En el mercado las expectativas mandan. El hecho de que no solo 85% de las compañías presentaron ganancias superiores a lo esperado sino que también muchas revisaron al alza sus proyecciones de negocios muestra que cada vez existen menos razones para no tener una, siquiera mínima, exposición al riesgo.
Más aun si consideramos el contexto de bajas tasas y el costo de oportunidad que significa estar fuera del mercado.

A nivel economía real, el panorama no ha cambiado mucho. En estos días se conoció el beige book de la Fed, el cual remarcó un crecimiento general, aunque la actividad de algunos distritos se mantuvo estable o se desaceleró desde el último informe publicado.

En línea con los reportes de producción y actividad, se conoció el viernes el dato del PIB de US, es decir la producción de bienes y servicios de dicho país. El numero para el segundo trimestre del 2010 muestra un ritmo de crecimiento del 2.4% -vs. 2.6% esperado-; una desaceleración respecto del trimestre anterior –que marcaba un +3.7%- aunque una mejora importante si lo comparamos contra igual periodo del año pasado, donde la economía cayó (-0.7%).

Los últimos reportes vienen mostrando que si bien se está comprobando que el crecimiento es más suave existen menos probabilidades de recesión.

Esta semana, en cambio, llegaron buenas noticias por parte del sector servicios. El índice ISM se ubicó en 54.3 –venciendo al consenso que esperaba 53- y por encima de la barrera psicológica de los 50 puntos, nivel que indica una economía en alza para este indicador. Este dato muestra que el sector se viene expandiendo aunque con menor robustez que el de bienes, dada su dependencia del consumo. Es importante remarcar la dinámica, ya que servicios representa el 80% del PIB americano y por tanto su performance e impacto está muy ligado a la salud de la economía y el mercado laboral.

En este sentido, para los próximos días, será muy observado el dato de empleo que se conocerá el viernes y que viene siendo un indicador muy visto por el mercado en los últimos meses. Se espera que el sector privado sume 100.000 puestos de trabajo pero que, por el fin de las contrataciones públicas temporales, el mercado laboral en su conjunto haya destruido 70.000 puestos de trabajo en julio.

A su vez, el martes 10 tendrá lugar la reunión del comité de mercado abierto de la Fed que además de decidir la tasa de interés se expresara sobre su visión de la economía. Según se conoció a través de los encargados de política monetaria de la reserva, su posición será de “wait & see”, esperando evidentes signos de debilitamiento en la economía para tomar medidas mayores.

En cuanto al panorama técnico y nuestra visión de mercado, seguimos manteniendo el escenario constructivo. Claramente, en las ultimas semanas hubo noticias que fortalecieron la hipótesis alcista, sin embargo todavía consideramos las dudas de la macro y el contexto.

Seguimos viendo muy buenas oportunidades en precios en activos con sólidos negocios y balances sanos. Creemos que es necesario que todo lo bueno que vienen mostrando las compañías gracias a la publicación de sus números del 2Q10 sea acompañado por la macro. Quizás el viernes, con un dato de empleo positivo, sea esta la confirmación que el mercado necesita para provocar la salida alcista que al menos, desde fundamentals micro, creemos que puede tener lugar.

Recomendamos considerar la visión alcista pero dentro de un contexto de alta volatilidad, el cual marca que se debe estar invertido en el rango medio de riesgo que permitiría el perfil de inversión.



lunes, 2 de agosto de 2010

¿Es posible una recaída de la recesión? Sí, pero es improbable.


Probablemente la gente se esté preguntando qué significan los últimos datos: si indican que la recuperación se está apagando o que estamos frente al comienzo de una temida recaída de la recesión ("double dip"). El último informe sobre el empleo fue decepcionante, y hemos visto una desaceleración en otros indicadores, entre los que se incluye la industria, que sugieren que estaríamos entrando en una época de debilidad. Pero, ¿las condiciones son tan malas para que nos lleven de vuelta a la recesión?

Primero, veamos las características de una recaía de la recesión. Una recesión en forma de W o "con recaída" ocurre cuando la economía sale de una recesión, vive un periodo de crecimiento corto, y luego vuelve a caer en recesión. En los últimos 150 años, hubo solamente tres recesiones con recaída: durante la Gran Depresión, la década perdida en Japón y el principio de los 80 en los Estados Unidos. Las tres se relacionaron con ajustes prematuros o inapropiados por parte de bancos centrales y/o un exceso de capacidad desenfrenado en la producción de bienes. En realidad, las recaídas de las recesiones no son frecuentes, lo normal son las expansiones, y desde mi punto de vista, las condiciones no están dadas para generar una recaída.

En lugar de permitir que nos guíe el miedo y las conjeturas, veamos algunos datos.

Yo diría que existen muchas condiciones que abogan en contra de una recaída de la recesión.
  • Las recesiones con recaída se asocian a errores de política drásticos, tales como la eliminación prematura del estímulo a los mercados en fases incipientes de la recuperación. Esto no se está viendo ahora. La mayoría de los principales bancos centrales del mundo ha mantenido su política acomodaticia.
  • En casos de recaídas de recesiones anteriores, Japón y los Estados Unidos contaban con cantidades impresionantes de capacidad de planta y mano de obra sin utilizar. Hoy en día existe capacidad excedente, pero en una escala menor.
  • Los gastos de capital corporativo están aumentando, y esta clase de incremento históricamente se ha asociado con la generación de puestos de trabajo y el crecimiento económico.
  • Existe un nivel significativo de demanda de consumo y corporativa contenida, las cuales son un acicate para impulsar posiblemente una expansión aún mayor.
  • El gasto se vuelve más posible y probable cuando la accesibilidad a todo, desde casas y autos hasta vestimenta mejora. Esto se puede demostrar.
  • Los mercados emergentes están creciendo de un modo no cíclico. Sus tasas de crecimiento pueden exhibir cambios de velocidad erráticos, pero el crecimiento de las clases medias es secular, lo que significa que pueden continuar creciendo a pesar de que los mercados desarrollados se desaceleran. El crecimiento de los mercados emergentes puede, por lo tanto, funcionar como un estímulo para los mercados desarrollados.
Sin embargo, también hay factores que pueden contribuir a una recaída de la recesión. 
  • El estímulo fiscal dirigido por el gobierno, que se estableció durante la crisis de la Lehman, no está teniendo un efecto incremental positivo en el crecimiento como tuvo inicialmente.
  • Los mercados de crédito han experimentado algo de ajuste, haciendo que para las compañías y para los consumidores sea levemente más costoso financiar el gasto.
  • Los indicadores principales han adquirido un sentido descendente.
  • La reciente caída en picada del mercado dañó la confianza de los consumidores y de las empresas.
  • La industria en los Estados Unidos y en Europa está atravesando un patrón de desaceleración.
  • Los programas de austeridad que tienen planificados diversos gobiernos, especialmente los europeos, desalentarán el crecimiento.
Si bien no creo que nos dirijamos hacia una recaída de la recesión, sí creo que tenemos motivos para preocuparnos.
  • El sector corporativo parece haber perdido parte de su confianza. Las compañías cuentan con activos líquidos en sus estados de cuenta; han acrecentado sus reservas de fondos disponibles y han comenzado a invertir en capital. Sin embargo, no están contratando nuevos empleados en forma desesperada. Es por esto que en las últimas semanas hemos visto un descenso en la generación de empleo y en la semana laboral promedio. Estas caídas señalan mayor debilidad en un futuro. 
  • Los problemas de deuda de Europa y de gobiernos locales y estatales no están esclarecidos. Esta incertidumbre se cierne sobre los mercados.
La buena noticia es que el descenso del mercado, las reservas de fondos existentes y las perspectivas de ganancias sugieren que las acciones, según mediciones históricas, están a un precio bajo. Un descenso en el mercado accionario, inclusive una caída de un 15%, no implica necesariamente el advenimiento de una recesión. La pendiente de la sección entre 10 años y 30 años de la curva de rendimiento es bastante empinada cuando se la compara con los patrones históricos y eso sugiere crecimiento en el futuro. Como he dicho, las corporaciones se han beneficiado de una base de costos baja y de los recortes de costos y de niveles de deuda que han realizado. Esas condiciones sugieren que en el segundo trimestre presenciaremos una temporada fuerte de ganancias, que debería apoyar aún más los mercados de acciones y de bonos de crédito.

Y no olvide que hay un montón de dinero guardado para gastar, lo que significa que será difícil que ocurra una recesión. Las tasas son bajas, el gobierno tiene todavía todo el dinero del estímulo para gastar, y las casas y los autos están más accesibles que nunca.
Entonces, ¿cuál es la conclusión? Es decepcionante no ver que haya un crecimiento más intenso. Pero las recuperaciones nunca son completamente parejas; tienen sus etapas débiles y con frecuencia incluyen patrones de crecimiento irregular. Todos los indicadores nos dicen que las acciones están a bajo precio según los estándares históricos. Sin embargo, hay que ser cauteloso cuando se está en la búsqueda de colocar dinero nuevo. El verano no es una época en que los mercados accionarios sean muy emocionantes. Las fluctuaciones de temporada están en nuestra contra, y hay mucha incertidumbre en la circulación de las noticias. Además, las correcciones en los mercados accionarios posteriores a la recesión con frecuencia duran entre cinco o seis meses.