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domingo, 19 de septiembre de 2010

El riesgo de revaluar por inflación. Por Domingo Cavallo.


Las monedas nacionales se están revaluando en prácticamente todos los países . En otros términos, el precio del dólar en relación a los precios internos de los bienes y servicios tiende a bajar.

En muchos de esos países la revaluación es resultado de la creciente confianza en la capacidad de sus economías de crecer con estabilidad. Este es el caso de Brasil, Chile, Perú, Colombia y Uruguay en América del Sur. Estas economías, al haberse mantenido abiertas al comercio y a la inversión externas, al haber logrado mantener baja la inflación en base a buenas políticas monetarias y al haber dejado funcionar libremente los mercados, evitando la creación o el aumento de impuestos y regulaciones distorsivas, han creado un clima de confianza entre los productores e inversores privados que promueve la entrada de capitales. Es precisamente este fenómeno el que provoca la revaluación de sus monedas, que no se da por el mecanismo de la inflación sino el de la apreciación nominal, es decir, de la caída del valor del Dólar en términos de la moneda local.

Si bien esta revaluación de las monedas nacionales crea problemas a algunos exportadores y pone presión sobre actividades internas que compiten con importaciones, no se trata de un fenómeno que desalienta la inversión, ni siquiera en estos sectores que ven caer los precios relativos de los bienes que ofrecen. Ello ocurre porque la buena organización de estas economías nacionales promueve el continuo aumento de la productividad y logra preservar la competitividad externa de la economía, pese a la revaluación monetaria. El aumento de la productividad se logra gracias a la modernización tecnológica que viene de la mano de la nueva inversión, a la fuerte inversión en infraestructura y servicios y a la disminución del costo del capital, particularmente por disminución de las tasas reales de interés y del precio relativo de las maquinarias, los equipos y el software.

Lamentablemente no es éste el tipo de revaluación monetaria que se está dando en Argentina. El Precio del Dólar está disminuyendo en relación al precio de los bienes y servicios internos, como en Chile, Brasil, Perú, Colombia y Uruguay, pero no por confianza, como en esos países, sino por inflación, como ocurre también en Venezuela.

La revaluación monetaria tiene su origen en la inflación cuando en una economía mal organizada se manipula el tipo de cambio en lugar de seguir una política monetaria enderezada a mantener baja la inflación. Y cuando se produce este tipo de revaluación monetaria, la pérdida de competitividad es muy gravosa para la economía y termina alimentando expectativas de devaluación nominal que, cuando se manifiestan como demanda de dólares por fuga de capitales, terminan agravando el problema inflacionario.
Una economía está mal organizada cuando en lugar de mantenerse abierta al comercio y a las inversiones, está plagada de restricciones a exportaciones e importaciones y de amenazas a los derechos de propiedad que desalientan la inversión externa. Otro signo de mala organización es la ausencia de una regla monetaria clara que tenga por objetivo mantener baja la inflación. Y, por supuesto, el peor rasgo de una mala organización económica es la existencia de impuestos distorsivos que aumentan artificialmente tanto el costo del trabajo como del capital y desalientan el ahorro y la inversión.

La economía Argentina está hoy tan mal organizada como lo estaba en la década de los 80s, sufre un peligroso fenómeno inflacionario no reconocido por el Gobierno y ha estado manipulando el tipo de cambio de manera arbitraria y, últimamente, en disonancia con su propio discurso. Primero, desde 2002 en adelante y por varios años, impidió que se diera el proceso de apreciación nominal que ayudó en los otros países a mantener baja la inflación. Lo hizo por aplicación de la teoría de que el crecimiento sólo se logra si la moneda local se mantiene depreciada en términos reales. Desde que comenzó a preocuparse por la aceleración inflacionaria no parece estar afligido por la fuerte apreciación en términos reales que se deriva del proceso inflacionario, aunque no ha cambiado el discurso del tipo de cambio “competitivo”. Esta conducta esquizofrénica lleva a que exista creciente incertidumbre entre los agentes económicos privados sobre cómo reaccionará el Gobierno en el momento en que se reavive el proceso de fuga de capitales que comenzó hace varios años y que en los últimos trimestres pareció atenuarse.

Estoy seguro que, cuando ello ocurra, y reconozco que la gran liquidez en dólares puede demorar ese evento varios meses, el Gobierno va a utilizar los controles de cambio para evitar la devaluación nominal del Peso. Claro que ello no podrá evitar que el Peso se devalúe en el mercado paralelo. En ese caso, Argentina se parecerá, aún más de lo que se parece hoy, a Venezuela,  la economía símbolo del Socialismo del Siglo XXI.