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martes, 12 de octubre de 2010

Para un asalariado es cada vez más difícil llegar a la casa propia

Ya no sorprendé esta nota correspondiente a iEco con respecto a las posibilidades económicas de cada uno a la hora de adquirir un bien necesario e indispensable como una viviendo.

Siete años de crecimiento a tasas chinas, con fuerte recuperación del empleo y una expansión de la construcción de viviendas no son suficientes, pese a los datos del Ministerio de Economía. Las familias o individuos que no son todavía dueños de su propia casa están cada vez más lejos de serlo. Inflación, pérdida del poder adquisitivo y falta de crédito son algunas de las razones.

1. Los precios suben en dólares, los salarios, en pesos
Los precios de los inmuebles están, medidos en dólares, un 50% más caros que durante la convertibilidad. Los ladrillos se repusieron velozmente del bajón de 2002 y, aunque a menor velocidad que un par de años atrás, los valores siguen subiendo. Es una rareza argentina: la suba de precios se dio, al revés de todo el mundo, sin un “inflador” de créditos hipotecarios que llevara a cada vez más gente a comprarse una propiedad. Acá, por el contrario, el crédito desapareció del radar –sobre todo desde fines de 2007–, pero los precios siguen subiendo. ¿Cómo se explica? El sector con capacidad de ahorro encontró en los ladrillos un “refugio” para protegerse de la inflación. Consecuencia: el sector más rico de la sociedad mantuvo altos los precios y desplazó a los asalariados. Pero como es difícil vender una propiedad, estos inversores las colocan en alquiler. Por eso se amplió notablemente la oferta de alquileres y, aunque suene llamativo, hoy los valores de locación están creciendo menos que la inflación. La renta de alquilar un departamento hoy está en uno de sus pisos más bajos.

2. Se necesitan el doble de salarios que en los ‘90
Los salarios de los trabajadores en blanco evolucionaron a la par de la inflación, pero la pérdida de poder adquisitivo frente al metro cuadrado es ostensible. Según un estudio de la UADE, el salario promedio del trabajador registrado compra hoy menos del 50% de metros cuadrados que compraba en 1997. Otra comparación posible. Hoy para comprar un departamento de 60 metros cuadrados se necesitan 84 sueldos promedio (3.693 pesos, o su equivalente, 928 dólares,) de un trabajador registrado. En la década de los ‘90, el esfuerzo salarial era de no más de 50 sueldos para comprar esa misma unidad.

3. El crédito hipotecario, una especie en extinción
El crédito hipotecario es, pese a los esfuerzos de algunos bancos, una especie si no en extinción, seguro en hibernación. La pérdida de poder adquisitivo de los salarios explicada en el punto anterior hace que apenas el 5% de la población económicamente activa tenga chances de arrimarse a un banco a solicitar un préstamo. Una entidad de primera línea, que está impulsando las líneas hipotecarias, dio este ejemplo: para comprar un departamento de US$ 70.000 dólares en Capital Federal, tomando un préstamo por el 70% (US$ 49.000) el interesado debe demostrar ingresos (propios o del grupo familiar) por 12.000 pesos. Y pagar todos los meses, durante 15 años, una cuota de 4.400 pesos. Son ingresos que hoy logran (sumando esposo y esposa, por ejemplo) menos del 10% de los asalariados.

4. Pocas operaciones, y la mayoría de contado
Una consecuencia del punto anterior es que hoy solo el 6,3% del total de operaciones de compra de inmuebles se realizan con crédito hipotecario. Un porcentaje ínfimo en comparación con lo que ocurre en cualquier lugar del mundo, donde la rareza es pagar al contado (de hacerlo, seguramente se correría el riesgo de ser sospechado de narcotraficante). En 1998, un tercio de operaciones tenían detrás un crédito hipotecario que las financiaba. Un dato esclarecedor es que el stock de créditos hipotecarios en la Argentina hoy equivale a solo el 1% del PBI, la mitad de lo que representaba en 2003. En Chile esa porción alcanza el 7% del PBI y en Brasil el 3%. Pero en esos dos países está creciendo, y aquí achicándose.

5. La inflación saca del mercado a mucha gente
La inflación es otro factor ineludible para entender este momento. Pese a que hay bancos que ofrecen créditos a tasas de interés real negativas, lo cierto es que una tasa del 15 o el 16% anual termina sacando del mercado a mucha gente. Porque la relación cuota-ingresos familiares “achica” el monto máximo del crédito al que puede acceder una familia. La parte del valor de la vivienda que debe reunir el comprador por las suyas es cada vez mayor. Y justamente por la inflación, la capacidad de ahorro de las familias se redujo notablemente. Tanto para juntar ese dinero como para enfrentar el pago de la cuota.

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