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miércoles, 1 de diciembre de 2010

"El Problema de España es el Euro" Paul Krugman


Lo mejor de los irlandeses en este momento es que son pocos. Irlanda sola no puede causar un gran daño a las perspectivas de Europa. Lo mismo puede decirse de Grecia y de Portugal, que es visto en general como el próximo dominó posible. Pero también está España. Los otros son "tapas"; España es el plato principal.

Lo sorprendente de España, desde un punto de vista estadounidense, es cómo se parece su historia económica a la nuestra. Igual que Estados Unidos, España tuvo una enorme burbuja inmobiliaria, acompañada por un enorme aumento de la deuda del sector público. Igual que Estados Unidos, España cayó en una recesión al estallar la burbuja y experimentó un fuerte aumento del desempleo. E igual que Estados Unidos, España vio crecer su déficit presupuestario gracias a una caída de los ingresos y a los costos ligados a la recesión.

Pero a diferencia de Estados Unidos, España está al borde de una crisis de deuda.

El Gobierno estadounidense no tiene problemas en financiar su déficit, con tasas de interés sobre deuda federal a largo plazo por debajo del 3%. España, en cambio, ha visto dispararse su costo de endeudamiento en las últimas semanas, reflejando temores crecientes en cuanto a la posibilidad de un futuro default.

¿Por qué España se encuentra en un problema tan serio? En una palabra, es el euro.

España fue uno de los países que con más entusiasmo adoptó el euro en 1999, cuando fue introducida la moneda. Y durante un tiempo las cosas parecieron ir sobre ruedas: los fondos europeos se volcaron a España, potenciando el gasto en el sector privado y la economía española tuvo un gran crecimiento.

Durante los años buenos, por otra parte, el Gobierno español se mostró como un modelo de responsabilidad tanto fiscal como financiera: al contrario de Grecia, tuvo superávits fiscales y al contrario de Irlanda, se esforzó (aunque sólo con un éxito parcial) por regular sus bancos. A fines de 2007, la deuda pública española, como participación en su economía, sólo llegaba a la mitad de la alemana, y aún hoy sus bancos no están tan mal como los de Irlanda.

Pero bajo la superficie iban desarrollándose algunos problemas. Durante el boom, los precios y los salarios subieron más en España que en el resto de Europa, ayudando a alimentar un gran déficit comercial. Y cuando la burbuja estalló, la industria española se quedó con costos que la volvieron poco competitiva con respecto a otros países.

¿Y ahora? Si España tuviera todavía su moneda, como Estados Unidos – o como Gran Bretaña, que comparte algunas de las mismas características – podría haber dejado caer esa moneda, devolviendo competitividad a su industria. Pero como España tiene el euro, esa opción no está disponible. En cambio, España debe lograr una "devaluación interna": debe reducir los salarios y los precios hasta que sus costos vuelvan a armonizarse con los de sus vecinos.

Y la devaluación interna es un asunto feo.

En primer lugar, es lento: hacer bajar los salarios normalmente implica años de desempleo alto. Más allá de eso, salarios más bajos significa ingresos más bajos, en tanto que la deuda sigue igual. O sea que la devaluación interna empeora los problemas de deuda del sector privado.

Todo esto se resume para España en perspectivas económicas malas en los próximos años. ¿España debería tratar de salir de esta trampa abandonando el euro y restableciendo su propia moneda? ¿Lo hará? La respuesta a ambas preguntas es probablemente no. España estaría mejor en este momento si no hubiera adoptado nunca el euro, pero tratar de salir crearía una enorme crisis bancaria, ya que los depositantes correrían a llevar su dinero a otra parte. Salvo que haya de todos modos una crisis bancaria catastrófica – lo cual parece plausible para Grecia y cada vez más posible en Irlanda, pero improbable aunque no imposible para España – es difícil que un Gobierno español corra el riesgo de "salir del euro".

O sea que el país está efectivamente prisionero del euro, sin buenas opciones.

La buena noticia con respecto a Estados Unidos es que no estamos en esa clase de trampa: todavía tenemos nuestra propia moneda, con toda la flexibilidad que eso implica. Por cierto, igual que Gran Bretaña, cuyos déficits y deuda son comparables a los de España, pero que los inversores no ven con riesgo de default.

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